Este nombre refleja la cualidad casi translúcida del cuadro, aludiendo a la forma en que las figuras abstractas se filtran a través de la superficie, como si estuvieran a punto de desaparecer o ser absorbidas por la luz. "Trasluz" evoca una sensación de fragilidad y transitoriedad, sugiriendo que lo que se ve es solo una apariencia efímera que juega con las sombras y la luz, invitando a una mirada introspectiva y sutil.
Este cuadro es un delicado juego entre la transparencia y la presencia fugaz. La base, casi blanca, ofrece una atmósfera etérea, como un susurro visual que invita al espectador a sumergirse en la suavidad de su superficie. Sobre este lienzo casi inmaculado, las figuras abstractas, sutilmente delineadas, emergen tímidamente entre los esgrafiados, como fragmentos de una memoria difusa, apenas perceptibles, casi como si la obra misma se negara a definirse en términos concretos.
La técnica utilizada confiere una sensación de fragilidad y transitoriedad, como si el cuadro fuera una instantánea en el tiempo, un momento suspendido que se desvanece en el espacio. La luminosidad de la superficie, que parece estar viva, juega con las capas sutiles de pigmento, revelando y ocultando las formas abstractas que se funden en el aire, evocando una sensación de inmaterialidad.
Este lienzo se convierte en una meditación sobre la invisibilidad y la ausencia, donde las marcas de los esgrafiados actúan casi como huellas de un paso que ya se ha ido, pero que deja una impronta efímera. En la medida en que el espectador se acerca, las formas se tornan más claras, pero nunca se revelan completamente, creando un diálogo constante entre la intensidad de la presencia y la delicadeza de la ausencia.